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EL TÉ DE LA ABUELA


La mesa puesta. Las tazas de porcelana, el azucarero cascado y la tetera del juego. El plato ovalado en el centro con los bizcochitos de maicena, unos bollitos dulces redondos formados pacientemente por las manos de la abuela y cocidos en el viejo horno de primus, sin nunca alcanzar un color más allá del amarillo de las yemas y la manteca. Las servilletas de papel, dobladas junto a cada taza y el mantel de tela, guardado celosamente para las ocasiones especiales. La abuela Élida nos esperaba para su cumpleaños. La mesa se llenaba de primas y tías. Los bizcochitos de maicena se reunían con la pizza casera de la Tía Libertad y los scones de Iris. La torta de manzana de Graciela y los brownies de Patricia. Las cucharas de acero sonaban en las tazas al son de las charlas simultáneas y las risas. Las sillas de madera del juego de comedor y los bancos de la cocina alrededor de la mesa. La tetera se vaciaba y había que rellenarla con el agua del termo blanco que la abuela tenía preparado. En la cocina la caldera con agua ya caliente se reservaba para más tarde. La torta de cumpleaños, la luz apagada y las velitas encendidas. La abuela con su espalda encorvada, el pelo blanco como la nieve y los ojos grises. Los aplausos, los besos, la torta en las servilletas y el refresco en los viejos vasos de vidrio. Llega la hora de la despedida. Las carteras, los abrigos y las fuentes que marchan con lo que sobró. Los besos y los abrazos en el hall de cara a la vereda con el frío de mayo y la calle de barrio desierta. La abuela cierra la puerta. La mesa sigue puesta y la limpiará al otro día. En el centro aún quedan algunos bizcochitos de maicena. La tetera vacía y el agua en la caldera sobre el primus aún tibia.





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1 Comment


amary.gui
May 06, 2021

Me produjo nostalgia .emoción..y me transportó a otro mundo que no es actual. Gracias.

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